(Simplemente no te quiere)
26 sept 2009
A las chicas nos enseñan muchas cosas mientras crecemos: si un niño te golpea, le gustas; nunca intentes emendar tus tropiezos y un día conocerás a un chico maravilloso y tendrás tu propio final feliz. Cada película que vemos, cada historia que nos cuentan nos implora a esperar por eso, el tercer acto tiene un giro: la inesperada declaración de amor, la excepción a la regla. Pero a veces nos concentramos tanto en encontrar nuestro final feliz, que no aprendemos a interpretar las señales: ¿Cómo distinguir a quienes les gustamos de aquellos a quienes no? ¿Aquellos que se quedarán de aquellos que se irán?. Y tal vez este final feliz no incluya a alguien maravilloso, tal vez seas, tú, sola, rearmando las piezas y empezando de nuevo; liberándote a ti misma para algo mejor en el futuro. Tal vez el final feliz sea solo, continuar. O tal vez el final feliz es este, saber que después de esperar esas llamadas y los corazones rotos, y de todas las equivocaciones y las señales malinterpretadas, de todo el dolor y la vergüenza, uno nunca, jamás, debe perder la esperanza.
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